
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SAUL LOEB / Getty Images
Los mercados y los inversionistas ahora lo tienen claro: la Reserva Federal (Fed) no tendrá concesiones para aplastar la inflación histórica que acelera los precios y desafía el poder adquisitivo de las familias estadounidenses.
Pero la frase no es alentadora, en su misión para regresar la inflación a su objetivo del 2%, la Fed está dispuesta a actuar con severidad; incluso si en ello se tiene un costo para la economía.
La Fed anunció un nuevo ajuste a su tasa de interés de 0.75%, para llevarla a un rango de 3% a 3.25%, lo que es un movimiento más que significativo, si se considera que apenas en marzo pasado, las tasas base estaban casi en 0%.
Desde entonces, los formuladores de la política del país han anunciado ajustes al alza a una velocidad no vista desde la década de 1980, cuando el país se ahogó por la inflación, apuntó un reporte de The New York Times.
Y los movimientos no parece que vayan a parar pronto, pues el pronóstico de la Fed es que el costo del dinero se eleve hasta el 4.4% para finales de este año y que sean notoriamente más altas en los próximos años.
No habrá aterrizaje suave para la economía
El anuncio más reciente de la Fed sobre su decisión de política fue significativo por muchos aspectos, pero quizá uno de los más relevantes fue el cambio en el discurso de su presidente, Jerome Powell.
En su mensaje, luego de anunciar el ajuste del 0.75%, Powell dejó claro que no habrá un aterrizaje suave del que hablaba hasta hace apenas unas semanas.
El presidente de la Fed reiteró que controlar la inflación desbocada será doloroso para la economía de los Estados Unidos, para las empresas y para las familias; sin embargo, aseguró que es necesario dar estos pasos y frenar el crecimiento.
“Tenemos que dejar atrás la inflación (…) Ojalá hubiera una forma no dolorosa de hacerlo, pero no la hay”, sentenció Powell.
El presidente de la Fed dejó claro que la estrategia del banco central es y seguirá apuntando a incrementar el costo del crédito para enfriar la demanda y desacelerar la economía.
“Queremos actuar agresivamente ahora. Hacer este trabajo y seguir haciéndolo hasta que esté terminado”, adelantó.
Los inversionistas y los mercados leyeron claramente el mensaje y, si había alguna esperanza de que la Fed suavizará su estrategia de control inflacionario, las palabras de Powell demolieron cualquier posibilidad.
La reacción fue la esperada, Wall Street se desplomó este miércoles y el índice S&P 500 cerró la jornada con una caída de 1.7%.
Por qué es necesario controlar la inflación
La Fed parece obstinada a seguir adelante a pesar de los temores de que una recesión pegue a la economía.
Sin embargo, es posible que una recesión sea un costo que la Fed ya asumió en su estrategia para enfriar la economía ante las señales que las alzas de precios han dado de no ceder pese a lo hecho hasta el momento.
Si bien las presiones inflacionarias son reflejo de los problemas mundiales como la guerra en Ucrania o las persistentes fallas de la cadena de suministro, la demanda interna sigue alimentando la escalada de precios.
Lo que la Fed percibe es que los estadounidenses siguen gastando a pesar de todo y las empresas siguen reportando ganancias y ofreciendo salarios muy atractivos ante un mercado laboral muy dinámico.
Estos factores han limitado los alcances de las acciones emprendidas por la Fed, por lo que el banco central ha decidido tomarse más a pecho sus atribuciones y lograr que la economía se enfríe.
“Eso es algo que creemos que debemos tener. Creemos que también debemos tener condiciones del mercado laboral más suaves”, apuntó Powell.
De acuerdo con estimaciones, para lograrlo sería necesario que la tasa de desempleo suba del 3.7% al 4.4%, con alrededor de 1.2 millones de personas que pierdan sus trabajos.
Eso suena catastrófico, pero en un escenario más alentador a la tasa del 10% de desempleo que se alcanzó en la crisis inmobiliaria de 2008.
El escenario está puesto y los jugadores parecen decididos a no fallar; de hacerlo, se corre el riesgo de que la inflación se convierta en un factor propio de la economía, lo que tendría un efecto de espiral que sería mucho peor que el escenario actual.
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