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En uno de los cruces masivos más grandes de la historia en la región, más de 1500 migrantes atravesaron el Río Grande desde Juárez hacia El Paso el domingo por la noche, cuando se entregaron a la Patrulla Fronteriza la cual, tras registrar sus datos, los dejó en libertad mientras continúa su proceso.
Los migrantes que cruzaron durante la noche estaban en un grupo de centenares de personas que fueron escoltadas por la Policía Estatal del estado mexicano de Chihuaua desde la ciudad de Jiménez hasta la fronteriza Juárez en una caravana de 20 autobuses.
De acuerdo al diario Texas Tribune, funcionarios de inmigración estadounidenses liberaron a 1,744 migrantes en El Paso el sábado y el domingo. Debido a que era más que las camas disponibles en los refugios administrados por organizaciones no gubernamentales, 611 de ellas fueron liberadas en las calles del centro de El Paso.
Cabe destacar que los agentes de la Patrulla Fronteriza y los oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. en la región de El Paso, que incluye a Nuevo México, han encontrado a casi 15,000 migrantes la semana pasada, según información oficial. Ese es el total semanal más alto del año hasta ahora.
Por ahora los funcionarios federales y locales se preparan para un crecimiento continuo en los cruces de migrantes con el fin del Título 42, una política controvertida que comenzó durante la administración Trump y se amplió en la administración Biden para expulsar rápidamente a muchos migrantes por motivos de salud pública.
La caravana que llegó el domingo había sido detenida el jueves por funcionarios del estado de Chihuahua que dijeron que Juárez no podía manejar más migrantes. Pero a los migrantes se les permitió ir a Juárez en autobuses el domingo.
Muchos migrantes de este grupo fueron víctimas de un secuestro masivo en Durango el 3 de diciembre, cuando hombres uniformados de policías detuvieron a los pasajeros de las líneas de autobuses Futura que viajaban hacia la frontera. Fueron llevados en masa a una casa donde fueron retenidos en contra de su voluntad.
“Éramos 1,500 personas durmiendo en una casa”, dijo Carmen, una mujer peruana de 29 años que no quiso usar su nombre real porque teme represalias después de haber sido secuestrada. “Se llevaron todo, mi pasaporte, mi teléfono. Mis piernas están cubiertas de moretones de otras personas pateando mientras dormíamos”.
Fueron rescatados por miembros del ejército mexicano después de seis días, pero muchos de ellos, como Carmen, no pudieron recuperar sus documentos y posesiones robados en la confusión de la operación de rescate.
Continuaron su camino hacia Chihuahua, donde las autoridades estatales inicialmente les dijeron que los autobuses los llevarían a la frontera en Juárez, donde podrían cruzar para entregarse a los agentes de la Patrulla Fronteriza de EE.UU.
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