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Exmiembro de un grupo de mercenarios rusos que luchó en Ucrania dice que escapó dramáticamente a Noruega, donde busca asilo y se ofrece a cooperar con las investigaciones internacionales sobre crímenes de guerra.
Andrei Medvedev comandó un escuadrón de las fuerzas paramilitares de Wagner en el este de Ucrania antes de huir después de presenciar la ejecución de prisioneros que fueron reclutados para la guerra.
“Tengo miedo de una muerte dolorosa”, dijo Medvedev una vez que cruzó a Noruega y se entregó a la policía local antes de solicitar asilo en el país, que comparte una frontera ártica con Rusia.
El exmercenario relató su deserción de su antiguo empleador, al que se unió el año pasado con un contrato de cuatro meses después de cumplir una condena en prisión.
Medvedev dijo que escaló cercas de alambre de púas, evadió a los perros de la patrulla fronteriza, huyó de las balas de los guardias y atravesó un bosque y un lago helado para llegar a Noruega. Una vez allí, dijo, llamó a la puerta de la primera casa que encontró y le pidió a la mujer que estaba adentro que llamara a la policía.
Dijo que lo llevaron a una estación de policía local antes de ser trasladado a un centro de detención para ciudadanos extranjeros en la capital noruega, Oslo.
La deserción de Medvedev y la promesa de un testimonio potencialmente explosivo se producen después de que el fundador del grupo Wagner, Yevgheny Prigozhin, reclamara una victoria de alto perfil en el campo de batalla.
Los combatientes del grupo mercenario han liderado el impulso ruso para capturar la ciudad de Soledar y la cercana ciudad de Bakhmut en la provincia oriental de Donetsk, un asalto que ha ayudado a pulir las credenciales de Prigozhin como retador de los asediados líderes militares del Kremlin.
Pero la feroz lucha en el frente también ha tenido un alto costo para el grupo mercenario, con funcionarios en Kyiv y sus aliados occidentales diciendo que Wagner ha lanzado oleadas de exconvictos contra las defensas ucranianas.
“Hubo grandes pérdidas, por una ofensiva podríamos tener entre 15 y 20 muertos en nuestro escuadrón”, dijo Medvedev.
“Dejaron de considerarnos personas y comenzaron a tratarnos prácticamente como carne de cañón”, dijo sobre el período posterior a la llegada de los prisioneros en la segunda mitad del año pasado.
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