Maskym había estado luchando por más de 200 horas casi sin descanso cuando una bala disparada por un francotirador ruso lo mató en Bajmut, en el este de Ucrania.
“Durante ocho días no había dormido ni comido casi nada. No podía cerrar los ojos por cinco segundos porque el francotirador podría dispararle”, recuerda Lilia, su madre.
Tiene razones para llamar a Bajmut “el infierno”. Es la ciudad donde perdió a un hijo y dejó a otro herido de gravedad.
Su único y escaso consuelo es que un hermano murió tratando de salvarle la vida al otro.
Maksym e Iván se presentaron como voluntarios para pelear en la guerra cuando Rusia decidió invadir Ucrania, a principios de 2022.
En ese momento Maksym tenía 22 años e Iván, 18.
Iván, cuyas heridas todavía están a la vista, señala que eran inseparables.
“Siempre estaba conmigo y yo con él. Era la persona que más quería en el mundo”.
Iván muestra algunas fotos y videos de los dos juntos: en una trinchera, en un vehículo militar, en medio de un descanso.
Mientras las fotografías avanzan en el tiempo, se puede ver el cambio de ambos jóvenes. Como si gradualmente la guerra se llevara su inocencia.
Sus últimos dias juntos lo pasaron enfrascados en una brutal lucha casa por casa en Bajmut.
“Era imposible dormir. Nos atacaban todos los días, a todas horas. Sin descanso”, anota Iván.
La unidad de Iván y Maksym estaba atrapada en un cuarto sin ventanas.
“Voy a morir”
Los hermanos y los otros soldados tuvieron que hacer huecos en las paredes con sus puños para poder disparar desde el interior.
Fue entonces cuando recibieron la orden de retirarse.
Iván recuerda el momento preciso en que fue herido.
“Recuerdo que estaba intentando recargar mi arma y sentí como un flash, después sentí una parálisis y me caí”, dice.
Sintió el calor de la sangre fluyendo de las heridas y cubriendo su cara. Nunca creyó que fuese a sobrevivir.
“Yo pensé ‘esto ha sido todo’. Me voy a desangrar y me voy a morir”.
Pero Maksym vino en su auxilio, lo cargó y lo llevó de nuevo al edificio donde habían estado poco antes.
“Me volvió a la vida. Me sacó un diente que se me había quebrado y comenzó a darme primeros auxilios.
La ayuda de su hermano incluyó hacerle un agujero en el cuello para evitar que se ahogara.
Iván tiene guardado un video de su hermano limpiando la sangre poco después de la explosión.
Otro video, que ha sido compartido ampliamente por internet, muestra a Iván caminando con mucha dificultad y con una herida en la cabeza, pero con la bandera de Ucrania en la mano, que ha sido el símbolo de valentía y resistencia en la batalla de Bajmut.
Iván tiene claro que él hubiera muerto si su hermano no venía en su auxilio. “Mi hermano no me dejó morir. Él me salvó”.
Maksym hizo un llamado urgente por radio para conseguir ayuda.
Pero los médicos que trataron de llegar hasta ellos murieron después de que el vehículo en el que viajaban fuera atacado por un misil ruso.
Se necesitó esperar nueve horas para que llegara la ayuda.
Pero en vez de irse con su hermano, Maksym decidió quedarse, voluntariamente, para liderar su unidad en la batalla de Bajmut.
Y una semana después, Maksym murió por el disparo de un francotirador ruso.
Despedida de héroe
Por estos días, en Ucrania los funerales de soldados son tan numerosos como los estruendos de la artillería en la primera línea de batalla.
Pero no todos son como el de Maksym. Además de su familia, todos los habitantes de Tomakivka, la localidad donde vivían ambos hermanos, fueron a despedir a su héroe.
Muchos de ellos se arrodillaron al paso de la procesión camino al cementerio. Otros lanzaron flores y banderas de Ucrania sobre el féretro.
De alguna manera, los padres de Iván y Maksym han vivido indirectamente la guerra que pelean sus hijos.
Lilia y Serhii han pasado noches enteras en vela, a la espera de alguna noticia sobre ellos.
A menudo recibían un mensaje de texto de alguno: “Estamos bien, mamá”.
Pero entonces llegaron las malas noticias.
Lilia llora sobre el ataúd de Maksym antes de que finalmente quede bajo tierra, mientras suena una salva de despedida.
“Todavía no podemos creerlo. Mi alma está rota”, señala después del funeral.
Ella agrega que su única razón para seguir viviendo es su hijo menor.
Dice que Maksym tuvo la oportunidad de regresar con Iván, pero que él nunca iba a abandonar a sus camaradas más jóvenes y menos experimentados.
“Es un héroe. Es un ángel. Es la luz del sol. Nunca dejaría a su hermano a pesar de que sabía que él mismo moriría”.
Es posible que Ucrania no diga cuántas vidas se han perdido en esta guerra.
Pero solo basta mirar alrededor del cementerio para darse cuenta de que todo el país está pagando un precio extremadamente alto.
En este pequeño cementerio, en este pequeño pueblo, hay filas y filas de tumbas recientes rodeadas de flores.
El de Maksym fue uno de los tres funerales de soldados que el sacerdote de la parroquia local realizó esta semana.
Para Roman, que alguna vez fue soldado antes de ser ordenado, este entierro fue más difícil que la mayoría.
Es amigo de la familia y oró con los padres de Maksym e Iván por el regreso seguro de los hermanos, a quienes conocía personalmente.
“A menudo hay que enterrar a los soldados, pero no a tus amigos”, señala Roman.
En el funeral, Iván todavía sostiene la bandera ucraniana que llevó cuando fue herido, con la firma de sus compañeros, incluida la de su hermano. La sangre de sus propias heridas ha manchado la tela azul y amarilla.
Le pregunto si ahora se arrepiente de su decisión de unirse al ejército. Él responde:
“Entendimos que quizás no íbamos a volver, pero es un honor luchar por Ucrania. Por eso no me arrepiento de ninguna manera”, dice con firmeza.
Y concluye: “Mi hermano dio su vida por nuestra libertad. Desafortunadamente, la libertad viene con sangre”.
Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.