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Opinión

En el tema migratorio, los latinos tienen una relación de abuso con el Partido Demócrata

El burro simboliza al Partido Demócrata y el elefante al Partido Republicano.

Foto:
Dominio público / Cortesía

Se ven las elecciones inminentes en los horizontes nuevamente: los demócratas y el presidente Biden se están preparando para la reelección. Lamentablemente, los votantes latinos saben bien qué harán los demócratas. Como era de esperarse, este partido se moverá hacia el centro o incluso hacia la derecha del espectro político en el tema migratorio. Rápidamente se olvidan de las promesas hechas a los votantes latinos y pasan de abrazar la reforma migratoria a aplicar la ley despiadadamente.

En muchos artículos publicados recientemente, los senadores demócratas estadounidenses le suplicaron al presidente Biden que no volviera a las políticas inhumanas del expresidente Donald Trump contra los migrantes en la frontera. Se ha informado que el actual presidente está considerando seriamente volver a las políticas de inmigración draconianas de la pasada administración. Los defensores de los inmigrantes están horrorizados y le piden al dirigente, un llamado amigo de los latinos, que mantenga su promesa central de campaña de ser más compasivo con los inmigrantes en la frontera.

Esta ha sido la historia de por qué la inmigración nunca se resuelve. Siempre está la próxima elección en la que los demócratas se niegan a gastar capital político. No hay coraje ni decisión para resolver este problema tan complejo.

No sería exagerado decir que los latinos no ejercen su poder político. El Partido Demócrata sabe que votarán por él y los Republicanos los descartan. Los demócratas han descifrado a los latinos y han llegado a la conclusión de que muchos nunca votarían por republicanos xenófobos de extrema derecha. Así que los latinos no tienen opciones sino seguir votando por los demócratas.

Se debe de pensar críticamente sobre cómo encontrar formas de ser más efectivos políticamente. Los latinos son el grupo étnico más grande de los Estados Unidos y sus voces deben ser escuchadas. Hay aproximadamente 65 millones de latinos, y alrededor de 31 millones de ellos son elegibles para participar en los asuntos cívicos de sus comunidades votando.

Cada institución de investigación gubernamental o privada nos dice que la producción económica o el PIB de los latinos es de alrededor de tres mil millones de dólares y su poder adquisitivo es de alrededor dos mil millones de dólares. Los latinos necesitan encontrar líderes visionarios y transformadores que usen su poder económico y político para promover sus intereses.

No es un secreto que la mayoría de los latinos apoyan al Partido Demócrata. Tampoco es un secreto cómo los líderes democráticos ignoraron descaradamente sus necesidades. Estos líderes también explotan los temores de los latinos al racismo republicano.

Seguramente hay algo de eso, pero la estrategia de los demócratas es: no necesitas votar por mí sino en contra de ellos. Así que no hay ningún incentivo para que los demócratas ofrezcan propuestas políticas como lo hacen con los afroamericanos y otros grupos que los apoyan. Entonces, ¿por qué los latinos siguen votando por los demócratas? Esta es una conversación honesta que debe tener lugar lo antes posible.

También es cierto que los latinos somos muy diversos. Muchos latinos rechazan enérgicamente la analogía de “el gigante latino ahora está despierto” porque asume que los latinos son un bloque de votantes homogéneo. Los latinos no son un grupo monolítico. También votan por republicanos, y el porcentaje de latinos votando por el partido más conservador aumentó mientras Trump estuvo en la Casa Blanca. Curiosamente, los líderes republicanos no tienen reparo en ofender a los latinos o proponer políticas que son adversas a sus intereses.

Todos recordamos el 2015 cuando el candidato presidencial Donald Trump se deslizó por las escaleras mecánicas y llamó a los inmigrantes mexicanos “traficantes de drogas”. También recordamos a Barack Obama deportando diariamente de 8,000 a 10,000 inmigrantes, mientras citaba las escrituras bíblicas para dar la bienvenida a los extranjeros. Los líderes de los dos principales partidos políticos ofenden a los latinos con impunidad.

Anteriormente, el Partido Demócrata solía enfrentar los problemas de la clase trabajadora de manera más agresiva. Este partido solía destinar más gasto social para los pobres, incluida la educación. Pero todo eso cambió después de que Bill Clinton se convirtió en presidente en 1992.

Las formas maquiavélicas de Clinton para ganar el poder guiaron a su partido en los 90 a adoptar el enfoque de “triangulación”. Fue una estrategia política cínica para atraer nuevos votantes.

Clinton y los demócratas aceptarían todo lo que fuera popular. Si una propuesta de política extremadamente conservadora fuera popular, la aceptarían también. Caso en cuestión: “La era del gran gobierno ha terminado”, dijo en ese tiempo el mandatario a los demócratas como presidente. Esa fue una posición similar a la conservadora de Ronald Reagan en la década de los 80, en la que le dijo al país que “el gobierno era el problema”.

Esta “triangulación” también abrió la puerta a políticas de seguridad pública más conservadoras, como “The Crime Bill” en 1994 que reestructuró el sistema de justicia penal. Este proyecto de ley contra el crimen, adoptado por los demócratas finalmente condujo al encarcelamiento masivo de negros y latinos. Utilizando este enfoque, Clinton también reformó radicalmente el programa de asistencia social para muchas personas pobres, lo que obligó a muchas residentes de color a perder sus cupones de alimentos.

Para que una democracia funcione, los votantes latinos deben organizarse políticamente y desarrollar una cultura de responsabilidad por parte de aquellos a quienes apoyan para cargos políticos. De no hacerlo de esa forma, este grupo continuará siendo ignorado en cada ciclo electoral si no encuentran formas de usar su poder económico y político de manera más efectiva.

Los latinos necesitan organizarse como lo hacen los afroamericanos, judíos u otros grupos y responsabilizar a cualquier líder político por no cumplir sus promesas a nuestra comunidad.

Gracias por leer hasta el final.

(*) Chamba Sánchez, Profesor de Política en LACCD

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