MEXICO.- Durante muchos años, Néstor Hernández hizo chistes y comentarios misóginos. Cuestionó las capacidades laborales de algunas compañeras de profesión, por ejemplo. Y otras cosas que prefiere mencionar de manera general porque lo hizo sin pensar, sin analizar, porque parecía natural, algo que pasó de generación en generación, de sus padres y su entorno.
“Me di cuenta de lo que estaba haciendo hasta después de que terminé la universidad”, reconoce en entrevista con este diario. “De que estaba normalizando esa violencia y que tenía que reconocer de que hay cosas que les molestan. Entonces empecé a ver mi propio discurso y escuchar lo que le decía a mi pareja y reconocí al misógino. Cambié por eso y porque agredieron a mujeres que yo quería”.
A hombres como Néstor que en la actualidad apoyan el respeto hacia ellas se les apoda en México “feministos” en un doble lenguaje que indica a veces de simpatía, a veces rechazo por parte de ambos géneros.
Quienes los acogen de buena manera prefieren llamarlos “aliados”, un término que Néstor Hernández acoge con gusto. “Los hombres no podemos ser parte de su lucha más que acompañándolas, sin buscar protagonismo, defender cuando sea necesario sus causas en espacios privados y nada más”.
La experiencia para algunos varones aliados no siempre ha sido positiva. En uno de los casos más sonados destaca el ataque que recibió en redes sociales un grupo de académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México que pretendía homenajear al ícono del feminismo Martha Lamas, una de las más fervientes luchadoras por los derechos reproductivos del país, entre otras batallas.
Cuando se divulgó la convocatoria y vieron la lista de invitados, el mar de críticas saltó: “La UNAM dice: mujeres, siéntense porque invitaremos a 11 hombres para enseñarles qué significa el feminismo“, se leía en un mensaje de protesta en Twiter y aunque la propia Lamas intentó calmar los ánimos, finalmente, no se realizó.
“Cuando me propusieron el homenaje pensé que era algo distinto, creativo, lúdico. Pensé que podría ser interesante que un grupo de hombres que son mis amigos y aliados en muchas causas hablaran de mi trayectoria, de mi activismo y de mi obra”, explicó Lamas.
“ Creí que además podría invitar a un cierto tipo de público que ya no va a los eventos feministas porque siempre son iguales o muy parecidos”.
En otro caso ocurrido en el marco del Día Internacional de la Mujer, un post de la Organización de las Naciones Unidas en México desató reacciones similares en Facebook. “Está bien cuando los hombres comparten el cuidado de los hijos, cuando lloran, cuando hacen quehacer, cuando son feministas y se manifiestan a favor de las mujeres”, decía el post.
“Los hombres no pueden ser femistas”, respondió Rosa González, seguidora de la cuenta. Laura Díaz, otra participante, escribió: “Las mujeres no necesitamos que los hombres sean feministas sino que se encarguen de su masculinidad tóxica, con eso tenemos”.
Servando Reyes, un estudiante de negocios internacionales en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey dijo a este diario que de acuerdo con el argumento de que los hombres no deben opinar sobre lo que quieren las mujeres. “Tenemos que quedarnos callados y revisar lo que hacemos, lo que decimos y cómo tratamos a las mujeres a nuestro alrededor”.
Para su generación ha sido más sencillo entenderlo, detalló: “Hay más conciencia de cuando tenemos conductas machistas porque en las puertas de los baños de los hombres y las mujeres hay una lista de todos los comportamientos que pueden denigrarlas”.
Definitivamente, agrega, somos otra generación.
En los últimos años el país ha tenido avances legales a favor de las mujeres. Alertas por violencia de género, leyes que dan castigos más severos a los agresores así como contra todos aquellos que ejercen violencia sexual o la obligación de los partidos de incluir a las mujeres como candidatas políticas a puestos de elección popular.
En 2022 entró en vigor la Ley Olimpia, nombrada así en memoria a dos mujeres víctimas de violencia digital, cuyas parejas las exhibieron en redes sociales en situaciones íntimas sin su consentimiento. La legislación está orientadas a nombrar, reconocer, visibilizar y sancionar tales conductas como delitos digitales. También se incrementó el presupuesto público.
Con todo, prevalece la violencia. El Estado mexicano reconoció en 2022, más de 800 feminicidios. Las activistas dicen que las cifras reales son mayores. Un informe de Amnistía Internacional encontró que las autoridades frecuentemente no realizan pruebas para determinar si una víctima también había sido agredida sexualmente.
Ante la frustración por el incremento de la violencia, participantes de las marchas feministas han optado por acciones más radicales como destruir la infraestructura de las ciudades donde se llevan a cabo, una actitud que provoca antipatías.
Del otro lado a los “aliados” de las causas de la mujer también se han posicionado los antifeministas, a veces con estruendo: “¿Qué hay de malo en sabrosear (mirar con lívido) a una mujer”, dijo Javier Barrera, 40 años, ingeniero en sistemas computacionales.
Otras veces, de manera velada, cuestionando el discurso. “No todos los hombres tenemos privilegios, reviran algunos. O ridiculizando el movimiento. “No puede pasar porque ahí están las feminazis”, advirtió un policía a un conductor en la más reciente marcha.
Otro error común, según observan feministas, es creer que apoyar los estudios de hijas o no meterse en la vida de las hermanas es feminismo. “Eso es respeto, nada más”, advierten.
Pero el antifeminismo ha tenido sus expresiones más radicales y abiertas en el bloqueo legislativo a las políticas de igualdad y el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos con el aval del discurso de determinados cardenales y obispos contra el reconocimiento del matrimonio igualitario y de los derechos sexuales y reproductivos.
Ante tal realidad, el papel del “aliado” o “feministo” es tan polémico que incluso la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres de México, Nadine Gasman, tuvo que pronunciarse recientemente y reconoció que hay hombres cuyo apoyo es tan incondicional en la lucha de cerrar las brechas existentes, que son feministas.
“No todas las feministas están de acuerdo, pero hay hombres feministas”.
“No siempre caemos bien, nos dicen que es una estrategia para ligar (seducir) mujeres o nos dicen que nos nos metamos, pero creemos que es lo correcto”, sostuvo Néstor Hernández.
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