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Los terremotos que azotaron recientemente a Siria y Turquía volvieron a encender las alarmas sobre este tipo de fenómenos naturales y un grupo de investigadores encontró una nueva herramienta que podría predecirlos.
En un estudio publicado en la revista Science, investigadores de la Universidad de Texas en Austin descubrieron que un fenómeno de fricción podría ser clave para entender cuándo y con qué violencia se mueven las fallas que provocan los terremotos.
Este fenómeno, que explica por qué cuesta más empujar una caja pesada desde un punto muerto que mantenerla en movimiento, determina la rapidez con que las superficies de las fallas se unen o cicatrizan tras un terremoto. Una falla que tarda en cicatrizar tiene más probabilidades de moverse inofensivamente, mientras que una que cicatriza rápido tiene más probabilidades de adherirse hasta que se rompe en un terremoto grande y dañino.
El descubrimiento podría ser clave para comprender cuándo y con qué violencia se mueven las fallas. Esto por sí solo no permitirá a los científicos predecir cuándo se producirá el próximo gran terremoto -las fuerzas que lo provocan son demasiado complejas-, pero sí ofrece a los investigadores una nueva y valiosa forma de investigar las causas y la posibilidad de que se produzca un terremoto de gran magnitud y daños, afirman los autores.
“La misma física y lógica debería aplicarse a todos los tipos de fallas del mundo”. “Con las muestras y observaciones de campo adecuadas, ahora podemos empezar a hacer predicciones comprobables sobre la magnitud y la frecuencia con que podrían producirse grandes deslizamientos sísmicos en otras fallas importantes, como Cascadia, en el noroeste del Pacífico”, declaró Demian Saffer, coautor del estudio y director del Instituto de Geofísica de la Facultad de Geociencias Jackson de la Universidad de Texas.
¿Cómo fue el descubrimiento?
Para hacer el descubrimiento, los investigadores idearon una prueba que combinaba rocas de una falla bien estudiada frente a la costa de Nueva Zelanda y un modelo informático, para calcular con éxito que un tipo inofensivo de terremoto de “movimiento lento” se produciría cada pocos años porque las rocas ricas en arcilla dentro de la falla tardan mucho en cicatrizar.
Las muestras de roca que analizaron los investigadores se perforaron a unos 800 metros bajo el lecho marino en una falla de Nueva Zelanda. Exprimieron las rocas de la zona de falla en una prensa hidráulica y comprobaron que tardaban mucho en cicatrizar y resbalaban con facilidad. Cuando introdujeron los datos de las rocas en un modelo informático de la falla, el resultado fue un pequeño temblor a cámara lenta cada dos años, una coincidencia casi exacta con las observaciones de la falla neozelandesa.
Los investigadores creen que las rocas ricas en arcilla, habituales en muchas grandes fallas, podrían estar regulando los terremotos al permitir que las placas se deslicen suavemente unas sobre otras, lo que limita la acumulación de tensiones. Según Srisharan Shreedharan, investigador afiliado al Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas y profesor adjunto de la Universidad Estatal de Utah, este descubrimiento podría servir para determinar si una falla es propensa a deslizarse en terremotos grandes y dañinos.
“Esto no nos acerca a la predicción real de los terremotos, pero sí nos dice si una falla tiene probabilidades de deslizarse silenciosamente sin que se produzcan terremotos, o de tener grandes terremotos que sacudan el suelo”, dijo Shreedharan.
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