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AMLO y la migración – La Opinión

En un discurso reciente sobre el tema de la migración en tránsito por México y las organizaciones de la sociedad civil, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), esboza con valentía verdades incómodas que no muchos comprenden (como él) y que poquísimos se atreven a reconocer en público. Palabras más, palabras menos, esto es lo que dice recientemente el mandatario mexicano sobre las organizaciones no gubernamentales (ONGs) que dicen representar a la sociedad civil en lo que respecta a la atención del problema migratorio en el denominado “Sur Global”:

Dice el gobierno de Estados Unidos … “es que nosotros le estamos dando dinero a las ONGs, le estamos dando dinero a organizaciones de la sociedad civil”. Y yo les he dicho—se los acabo de decir ahora a los legisladores que vinieron [a México]—que “eso no le sirve a la gente … se queda en esos aparatos”. Pero en el gobierno de Estados Unidos tienen [arraigada la idea de] que para [atender] a la gente en el asunto migratorio tiene que ser con ONGs, con organizaciones de la sociedad civil. Y yo sostengo que “la mayoría de esas organizaciones sólo administran el problema y algunos hasta trafican con la necesidad de la gente. Son aparatos burocráticos y … muy conservadores”. Todo esto se creó durante el periodo neoliberal para simular que se atendía, con las nuevas políticas públicas, a la gente. También sirvió para desviar la atención y que los corruptos siguieran saqueando a los pueblos.

Ellos, ¿qué argumentan? Dicen: “no podemos entregarle el dinero a los gobiernos porque son corruptos. [Y digo yo:] “No se los entregues a los gobiernos si tú estás pensando en eso. Entrégaselos de manera directa a la gente, pero no utilices a esos intermediarios”. Esos intermediarios, si vieran ustedes cómo andan en Centroamérica, los carros que traen. Se hospedan en los mejores hoteles y ahí se queda todo el dinero, que además es muy poco. Qué tiene que ver lo que ha entregado el gobierno de Estados Unidos a Centroamérica con los treinta … treinta y cinco mil millones de dólares destinados a la compra de armas para Ucrania.

Y esta no es la primera vez que lo estoy diciendo. Y se los digo a ellos. Se los acabo de decir hace una semana … Además, está mi discurso en la ONU donde hablo del por qué de la migración, donde hablo del por qué de la pobreza en el mundo, y de cómo la ONU no ha hecho absolutamente nada. Pero eso sí, hay una constelación de aparatos burocráticos de la ONU, ¡para todo! Y esos burócratas viven muy bien, ganan muy buenos sueldos, viajan por todo el mundo y no hacen realmente nada en beneficio de la gente. Entonces ya basta de hipocresías, de simulación.

El presidente mexicano no se anduvo por las ramas y, sin titubeos, describió una situación que cualquiera que realice trabajo relacionado con el tema migratorio, podría verificar en el campo. Ciertamente, estas apreciaciones no aplican a todas las organizaciones, ni a todos los que se dicen defensores de migrantes, de ninguna manera. Sin embargo, lo que describe el presidente es claro y existe amplia evidencia del fenómeno que algunos denominan como el “complejo-industrial de las ONGs”. Yo misma he podido documentar este tipo de prácticas, así como el negocio que hacen algunos (actores y organizaciones) de la tragedia del migrante. No hay nada nuevo bajo el sol, pero “se tenía que decir, y se dijo”.

Llama mucho la atención el financiamiento de algunas de estas ONGs, sus agendas y la presión que ejercen sobre los Estados al servicio de grupos de interés o de gobiernos de países desarrollados—no siempre con motivos humanitarios. Es también de destacarse el papel que juegan algunos representantes de dichas organizaciones en la defensa de un sistema migratorio global injusto que pone mayor presión en países de medio ingreso del llamado Sur Global. Por ejemplo, el señor Tyler Mattiace, investigador para la organización Human Rights Watch, especialista en México y Guatemala, hace recientemente una declaración en la red social Twitter que vale la pena reproducir y analizar con todo cuidado. Criticando la información proporcionada por el presidente de México, en un mensaje que se viralizó, Mattiace dice así:

“¿Por qué AMLO miente sobre quién está pagando para atender a la migración?

EEUU y la ONU pagan 2/3 del presupuesto para atender a los refugiados en México. Pagan los sueldos de cientos de funcionarios mexicanos. Pagan la renta de oficinas. Incluso compran papel y tinta!”

En primer lugar, la pregunta me parece un poco sacada de contexto pues se refiere únicamente al tema de los refugiados, dejando de lado las necesidades de aquellos migrantes que no entran en esta categoría y que de igual forma viven una situación muy compleja. Quizás sean estos migrantes a los que se refería López Obrador y no a los que atiende la ONU y el gobierno de los Estados Unidos [más no lo sé]. No obstante lo anterior, yo le preguntaría al Sr. Mattiace: ¿Por qué el gobierno de Estados Unidos y Naciones Unidas pagan [tanto como dice usted] por mantener a estas personas en un país inseguro con decenas de millones de pobres? ¿Para evadir responsabilidad internacional y endosarla a México? ¿Esa es la forma en la que ustedes defienden los derechos humanos? ¿Es en serio?

Pensando en el análisis de AMLO sobre el papel de algunas organizaciones de la sociedad civil y mis reflexiones críticas sobre lo que plantea un representante de Human Rights Watch que se enfoca en México, no puedo más que cuestionar seriamente la forma en la que algunos dicen defender los derechos humanos de las personas migrantes, incluyendo a los refugiados o a los que buscan asilo. La narrativa de estos “defensores” pareciera justificar el desembolso de recursos para asegurar que las personas con necesidad de protección internacional no lleguen a Estados Unidos—¿quizás para que no molesten en ese país, o para que no representen un peso para esa gran economía?

Este tipo de argumentos como los del Sr. Mattiace, incluyen aseveraciones temerarias [se acusa al presidente mexicano de mentir], quizás basadas en medias verdades que parecieran justificar la hipocresía, la inequidad y la injusticia que plantea el nuevo orden migratorio mundial. Dicho orden se encuentra liderado por instituciones de corte internacional como la ONU que actúan de forma selectiva y colocan el peso de los costos del fenómeno migratorio irregular en el mundo en desarrollo. Vaya que esto sí es un doble discurso que, por un lado, dice defender los derechos humanos pero, por otro lado, mantiene a los refugiados en condiciones paupérrimas y de elevada inseguridad. El tuit de Tyler Mattiace parece ilustrar bien la hipocresía y la simulación a las que se refiere López Obrador.

El presidente mexicano tiene una capacidad fenomenal para hacer diagnósticos certeros sobre los efectos dañinos del imperialismo estadounidense que tiene que sufrir México, así como sobre las dinámicas del extractivismo y las agendas perversas de los grandes capitales en nuestro país. AMLO es un genio en términos de comunicación social para capitalizar sus denuncias y mantener su amplia base de apoyo. Además, posee un gran carisma y sabe comunicarse con maestría con las mayorías.

No obstante lo certero de su diagnóstico con relación al tema migratorio y la participación de la sociedad civil en la era neoliberal, de su lado también “se cuecen las habas” (como se diría coloquialmente). No resulta extraño que su hábil y acertado discurso se comunique en el contexto de la tragedia de las decenas de migrantes muertos en un centro de detención en Ciudad Juárez, Chihuahua que deja al desnudo la podredumbre del sistema migratorio mexicano que su administración no ha querido o no ha podido “transformar” y reformar. El desprestigiado Instituto Nacional de Migración (INM) vuelve a dar muestras claras de su descomposición absoluta que el gobierno de AMLO parece haber ignorado prácticamente por casi cinco años.

Recuerdo aún el más que penoso y obscuro papel del Instituto en el caso de la masacre de migrantes en Camargo, Tamaulipas a principios del 2021, cuando los cuerpos de 19 migrantes guatemaltecos que buscaban llegar a Estados Unidos fueron hallados completamente calcinados y con más de 100 impactos de bala. En una acción inexplicable—y demasiado sospechosa—el INM clasificó por cinco años los expedientes relacionados con esta tragedia. Cabe destacar que ocho agentes del Instituto fueron separaron de sus cargos y además se llegó a relacionar con la masacre a la policía estatal de Tamaulipas, en particular al Grupo de Operaciones Especiales (GOPES) en tiempos de Francisco Javier García Cabeza de Vaca. No se nos olvida esta atrocidad; parece obsceno que el INM actuara de esta forma, negándose a dar detalles del caso y cerrando el expediente para evitar el escrutinio por parte de la opinión pública por algunos años.

De esto nada dijo el ejecutivo federal, que ahora se desgarra las vestiduras y desvía la atención—aunque con un discurso repleto de razón—evadiendo responsabilidades quizás, en el caso de la última masacre en la ciudad fronteriza de Juárez. Fue sumamente lamentable la respuesta inicial del presidente ante la tragedia sucedida en el centro de detención [no alberge, ojo] de Juárez. Y fue aún más lamentable y reprobable, la respuesta de las autoridades de alto nivel responsables del manejo del fenómeno migratorio en el país.

Destaca de manera muy especial el deslinde en medios de toda responsabilidad por parte del Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. No obstante algunas consideraciones formales de carácter administrativo, fue verdaderamente lamentable su tono y actitud en un noticiero con Joaquín López Dóriga, a quien también le aseguró que “él iba a ser presidente”. ¡Vaya que salió audaz el secretario! Recordemos que el aspirante a la Presidencia de la República ha dado mucho de qué hablar recientemente por algunas de sus declaraciones (como las antes mencionadas); por su relación con un ex cabildero de Carlos Slim quien supuestamente “le arma agenda en EU” para su anhelada campaña; y por los “malintencionados” rumores de supuesto apoyo selectivo a ciertos perfiles políticos por razones no muy transparentes.

Destaca también la actitud frívola y timorata del Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, quien parece disfrutar de las giras y de la promoción de su imagen con miras hacia la selección de candidatos presidenciales para el 2024. Pese a la crisis migratoria en Ciudad Juárez, nuestro flamante Canciller viajó a Monterrey y apareció sonriente, manejando un automóvil Tesla, con el gobernador Samuel García de copiloto, en lo que sería el predio donde se ubicará la fábrica de automóviles eléctricos propiedad de Elon Musk.

Hablando de frivolidades y promoción constante de su imagen personal con miras a ocupar otros espacios políticos, el relevo generacional personificado por una persona *cercanísima* a Adán Augusto, la diputada de Morena, Andrea Chávez Treviño, muestra también su doble rasero. La legisladora juarense exhibe el [ya conocido] acuerdo de cooperación entre el gobierno de la panista Maru Campos y el gobernador Greg Abbot para frenar el flujo de migrantes hacia Texas. Sería más congruente y honesto que la diputada también exhibiera los acuerdos del actual gobierno de México con el de Estados Unidos para hacer lo mismo, pero a nivel nacional. Recordemos que el gobierno de la Cuarta Transformación ha aceptado, al parecer, las principales imposiciones de su vecino en términos de política migratoria—involucrando incluso formalmente a las fuerzas armadas (a través de la Guardia Nacional) en la regulación de los flujos migratorios hacia los Estados Unidos.

En lo que se refiere al tema migratorio, al parecer AMLO “se las sabe de todas, todas”. Como él mismo lo afirmó: todo lo que sabe se encuentra en el “discurso que dio en la ONU”, donde habló sobre las causas de la migración, las razones de la pobreza en el mundo, y de cómo la ONU y otras ONGs “no han hecho absolutamente nada” por la gente. A un mandatario tan docto en el tema de la migración irregular e indocumentada le falta, sin embargo, mejorar su propia estrategia de comunicación social en episodios de crisis (como la respuesta a la tragedia reciente de los migrantes en Juárez). Asimismo, le serviría contener, en cierta forma, las aspiraciones de sus “incondicionales” que (con un dejo de oportunismo) andan desatados promocionándose de forma anticipada y *coqueteando* con los puestos que podrían o que aspiran a ocupar.

(*) Guadalupe Correa-Cabrera es Profesora-investigadora de Política y Gobierno, especialista en temas de seguridad, estudios fronterizos y relaciones México-Estados Unidos. Autora de Los Zetas Inc

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