Ana Montes, una exanalista de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el brazo de espionaje del ejército de Estados Unidos, salió el viernes libre de una prisión federal en Fort Worth, Texas, después de más de 20 años tras las rejas por espiar para el gobierno de Cuba.
Montes espió para Cuba durante 17 años, revelando las identidades de los oficiales de inteligencia encubiertos de Estados Unidos y sus capacidades de recopilación altamente sensibles, hasta su arresto en 2001.
Durante el día, era la principal analista de Cuba de la Agencia de Inteligencia de Defensa. Por la noche, mecanografiaba páginas y páginas de secretos gubernamentales que había memorizado y se los pasaba a la inteligencia cubana.
Según el Buró Federal de Inteligencia (FBI), Montes era conocida en toda la comunidad de inteligencia de EE.UU. por su experiencia. Nadie sabía en qué clase de experta en espionaje se había convertido y cuánto estaba filtrando d información militar clasificada de EE.UU. y distorsionando deliberadamente las opiniones del gobierno sobre Cuba. Y ella había pasado un polígrafo o detector de mentiras.
Michelle Van Cleave, quien fue jefa de contrainteligencia de EE.UU. bajo el presidente George W. Bush, dijo al Congreso en 2012 que Montes era “uno de los espías más dañinos que Estados Unidos haya encontrado”.
“Ella comprometió todo, prácticamente todo, lo que sabíamos sobre Cuba y cómo operamos en Cuba y contra Cuba”, dijo Van Cleave. “Así que los cubanos estaban muy al tanto de todo lo que sabíamos sobre ellos y podían usar eso a su favor. Además, pudo influir en las estimaciones sobre Cuba en sus conversaciones con colegas y también encontró la oportunidad de brindar información que adquirió a otros poderes”.
El espionaje realizado por Montes tuvo lugar casi al mismo tiempo cuando Robert Hanssen y Aldrich Ames espiaban para los servicios de inteligencia soviéticos mientras trabajaban para el FBI y la CIA, respectivamente. Y ambos están cumpliendo cadena perpetua por sus delitos.
Pero el caso de Montes fue algo diferente. Hanssen y Ames tomaron grandes sumas de dinero por espionaje y retiraron físicamente materiales clasificados de sus agencias. Montes nunca espió por dinero y nunca retiró materiales, simplemente los memorizaba y transcribía cuando estaba en su casa, según el FBI.
Montes estaba motivada por la ideología. Su decisión de espiar se basó en parte en su hostilidad hacia las políticas del presidente Ronald Reagan en América Latina, especialmente el apoyo de Estados Unidos a los Contras de Nicaragua, según un informe muy redactado del inspector general del Departamento de Defensa.
Montes fue reclutada por la inteligencia cubana en 1984, cuando un compañero de estudios de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins se le acercó después de que ella expresara su indignación por las acciones de Estados Unidos en Nicaragua.
El estudiante era un agente de acceso —alguien que recluta espías— y le presentó a un oficial de inteligencia cubano con el pretexto de que necesitaban artículos de noticias en español sobre Nicaragua traducidos al inglés. En la cena en la ciudad de Nueva York, Montes “aceptó sin vacilar trabajar a través de los cubanos para ‘ayudar’ a Nicaragua”, según el informe del inspector general.
Mientras Montes ascendía en su carrera profesional y recibía una serie de elogios por su trabajo, el FBI recibió una pista sobre un empleado del gobierno de que ella parecía estar espiando para los cubanos, lo que llevó a la agencia a comenzar a investigar a Montes, según el FBI.
Fue arrestada días después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, según un comunicado del FBI sobre su arresto, cuando la Agencia de Inteligencia de Defensa cambió su enfoque a Afganistán y el director no quería arriesgarse a que Montes transmitiera los planes de guerra del Pentágono.
Pete Lapp, uno de los agentes del FBI que investigó y arrestó a Montes, dijo que ella se mostró estoica durante su arresto. “Creo que ella había planeado ese día, si sucedía, durante 17 años”, dijo Lapp a CBS News.
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