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“Oye, no somos tan diferentes como lo pensábamos”

Al ir creciendo en mi vecindario latino del sur centro de Los Ángeles era raro encontrar personas que no fueran de mi cultura. Nuestras suposiciones acerca de las personas de otras razas provenían de la televisión u otros medios.
Muchas veces los estereotipos estaban incluidos en conversaciones que me rodeaban y varias ocasiones me sentí excluida de mis compañeros de clase porque para ellos yo no parecía “hispana”.

Me identifico como chicana, pero en la escuela primaria siempre me preguntaban: “¿Eres china?” “Tienes los ojos pequeños”.

Hubo momentos en que los estudiantes se reían de mí. Esto me llevó a tener una crisis de identidad, pero también me dio curiosidad por aprender sobre otras culturas. Encontré información en línea, pero sentía que no era suficiente y que realmente necesitaba platicar con personas fuera de mi grupo cultural para aprender más.
No fue hasta la preparatoria que conocí e hice amistad con Aubrey Alcoy, una joven que se identifica como filipina americana.

Nos conocimos durante nuestro primer año y al instante nos convertimos en grandes amigas. Finalmente sentí que si podía tener una conexión con alguien fuera de mi raza, considerando que yo viví en una burbuja hispana durante mi niñez y parte de mi adolescencia. 

Aubrey Alcoy actualmente reside en Nueva York. (Suministrada)

Alcoy también creció dentro de una comunidad hispana y sentía que la mejor manera de expresar su cultura era con la comida. Cuando Alcoy traía sus almuerzos a la escuela, le preguntaba cómo se llamaban sus alimentos y a veces compartimos nuestros almuerzos.

Alcoy me dijo que mediante la comida sentía la identidad de su raza.

“Porque eso fue lo único que pude experimentar a diario en lugar de, por ejemplo, el idioma, las decoraciones o la historia. Era principalmente la comida”, me dijo Alcoy.

Cuando nuestra amistad creció, Alcoy hablaba más sobre su cultura fuera de la comida. Es emocionante escuchar las tradiciones de otras culturas ya que no había tenido la oportunidad de aprender de otros compañeros de clase en el pasado.

Me di cuenta de que algunos de los aspectos que mencionó se superponen con mi cultura. Desde nuestros apellidos españoles hasta las similitudes en la historia de nuestra cultura, me sorprendió saber lo similares que son nuestras culturas.

Alcoy, ahora estudiante de segundo año de animación en la Escuela de Artes Visuales de la ciudad de Nueva York, continúa conectándose con sus raíces filipinas incluso cuando está en otra comunidad lejos de casa.

Recientemente cuando nos reunimos hablamos sobre nuestra educación y me sorprendió escuchar sobre sus luchas de identidad mientras crecía.

“Nunca vi mi raza como algo propio. Solo me veía como una persona latina de aspecto raro, de lo cual ahora he realizado que no lo soy. Soy isleña del pacífico/asiática. Pero cuando era niña, como cada niño, sólo quería ser parte de un grupo”, me dijo Alcoy.

A través de sus años de sentirse como una forastera, pero inmersa en la cultura mexicana, acepta cómo ambas culturas son similares al mismo tiempo que trata de reconectarse con sus raíces.

“Ahora, acepto más el hecho de que, sí, tenemos una historia muy similar y obviamente habrá superposición de alguna manera”, dijo Alcoy.

¿Por qué y cómo son similares estos dos países?

Se remonta a los días de la colonización española cuando el comercio de galeón Manila-Acapulco de 250 años permitió a ambas naciones intercambiar y comerciar, ya sea en idioma o cultura, exportaciones, importaciones u otras áreas. En el mundo de hoy, se pueden encontrar filipinos que comparten los mismos apellidos españoles como los mexicanos, comer platos muy similares y centrarse en los valores del catolicismo al igual que la mayoría de las comunidades mexicanas.

Me fascinó cómo estas dos culturas de diferentes partes del mundo se relacionan entre sí. Así que le pregunté a otros filipinos estadounidenses su opinión sobre las similitudes entre ambas culturas.

Gabriel Canonoy, estudiante de segundo año con especialización en Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales en UC Riverside, creció en un barrio hispano como Alcoy y mencionó lo incluido que se siente como filipino estadounidense.

“Crecí más con los latinos que con mi propia raza…La única vez que me sentía fuera de lugar era cuando hablaban español, porque no hablo español con fluidez. Pero si se trata de cosas culturales como carne asada, no me sentiría fuera de lugar porque la conozco”, dijo Canonoy.

El joven también expresó su conocimiento sobre la historia detrás de por qué tanto México como Filipinas comparten culturas tan similares.

“Estoy consciente de la historia detrás de esto, donde creo que fue Fernando de Magallanes quien llegó de España a Filipinas y sucedió todo el asunto de la colonización. No conozco toda la historia latinoamericana, pero sé que por mi historia, integraron su religión, sus creencias, su comida, sus nombres en nuestra sociedad”, contó Canonoy.

Teo Nalani, estudiante de segundo año con especialización en animación en la Escuela de Artes Visuales de la ciudad de Nueva York, se identifica como filipino americano y nativo hawaiano. Cuando le pregunté si sabía o no que Filipinas y México compartían similitudes, no estaba plenamente seguro.
“No lo sabía.  Estoy aprendiendo sobre eso ahora. Lo único en lo que puedo pensar es en el boxeo, ya que [México y Filipinas] son fanáticos del boxeo, como tenemos a Manny Pacquiao”, dijo Nalani, quien es amigo de Alcoy.

Como Nalani es birracial se sintió menos en contacto con su lado filipino, pero está aprendiendo más sobre él gracias a Alcoy.

“Aprendí mucho de [Alcoy]. Ella me cuenta cosas sobre la cultura filipina que yo no sabía. Y es agradable gustar, despotricar y preguntarle cosas sobre este lado de la cultura. Como estoy muy abierto a aprender más al respecto. Así que cada vez que habla de ello, le digo que sí, que me diga más para que pueda sentirse más conectada”, dijo Nalani.

En el mundo de hoy, aunque hay algunas similitudes entre varias culturas, tendemos a pensar que las personas fuera de nuestra cultura son muy diferentes. Nunca olvidemos nuestras raíces, pero también recordemos que nosotros, como parte de este mundo, estamos más interconectados de lo que pensamos.

La interseccionalidad ocurre más de lo que sabemos entre personas de diferentes culturas, y puede hacer que nos relacionemos más estrechamente. Alcoy es la inspiración detrás de por qué quiero continuar esta discusión.
Ella es la razón por la que pienso: “Oye, no somos tan diferentes como lo pensabamos”.

Este artículo fue escrito por María Robles, estudiante de periodismo de USC y es una colaboración con Dímelo, una marca de la escuela de periodismo Annenberg de USC. 

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