El que los dos tiroteos masivos recientes en California hayan sido perpetrados por dos adultos mayores, cuando la mayoría de los autores son hombres jóvenes, es un llamado a la acción para servir mejor a los ancianos migrantes, dicen los conocedores del tema.
Durante la videoconferencia “Estamos cuidando a los ancianos inmigrantes”, organizada por Ethnic Media Services, varios expertos en el tema de la salud mental de los adultos mayores migrantes, expusieron que son un grupo demográfico que no solo es en gran medida invisible sino que guardan sus historias para sí mismos.
Helen Zia, periodista, autora y activista, dijo que para su libro Last Boat out of Shanghai (Último Bote fuera de Shangai: La épica historia de los chinos que huyeron de la revolución de Mao), entrevistó a poco más de 100 inmigrantes chinos en los años 70, 80 y 90.
“La amplia mayoría de los asiáticos en Estados Unidos son inmigrantes que para venir aquí pasaron por mucho, guerra civil, hambre, un gran trauma y presenciaron cosas terribles”.
Dijo que se sintió privilegiada de que muchos de ellos le confesaron que lo que vivieron en China ni siquiera se lo han comentado alguna vez a sus hijos, y ella era la primera persona en escuchar sus historias de dolor.
“Entonces, es sorprendente que dentro de nuestras comunidades haya personas mayores que se sienten invisibles, aisladas y con problemas de salud mental”.
Recordó que en muchas partes del país, las personas mayores han sido atacadas y asesinadas.
“Los tiroteos de Monterey Park y Halfmoon Bay desencadenaron todo ese miedo, aislamiento que no es bueno para la salud mental de nadie”.
Entre las cosas que se pueden emprender es hacer visibles a estas personas, contando sus historias y hacerles las preguntas que no se les han hecho en 40 años.
“No deberíamos esperar hasta que les disparen en un tiroteo masivo. No veo las historias de las víctimas o incluso la de los atacantes. ¿Qué pasa con las personas que resultaron heridas? ¿Qué pasa con sus familias? ¿Por qué están trabajando como trabajadores agrícolas en sus 70 y viviendo en remolques?”.
Terminó diciendo que debemos humanizar a los adultos mayores migrantes y convertirlos en personas reales que son importantes y muy queridas en las comunidades.
“Si no lo hacemos, van a seguir pensando que a nadie le importa su historia, su vida, y hasta que actuemos como que nos importa, vamos a poder cambiar lo que está pasando”.
Rita Medina, subdirectora de políticas estatales de la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA), dijo que California ha puesto la luz en la población mayor indocumentada de 50 años al darle acceso a MediCal.
“Se trata de una población que va ir creciendo ante la ausencia de soluciones reales a nivel federal, y cuando vemos a personas de edad avanzada trabajando es porque no tienen acceso a los beneficios del seguro social o a la jubilación”.
Mencionó que en 2019, el Centro de Estudios de Migración dijo que teníamos una población de 17,000 personas indocumentadas mayores de 65 años en California, la edad en la que típicamente una persona piensa en la jubilación.
Pero por otra parte, el Instituto de Políticas de Migración reveló que para 2019 en California, había 239,000 mayores de 55 años.
“Es un gran número de personas que continúan envejeciendo en ausencia de cualquier tipo de reforma migratoria. Estamos hablando de trabajadores domésticos, trabajadores agrícolas, vendedores ambulantes, trabajadores de la construcción”.
Hasta octubre, la cifra de 230,000 de mayores de 50 años que se había estimado se beneficiaría con la expansión de MediCal ha sobrepasado otros 50,000.
“Estamos buscando ampliar los beneficios de alimentos para los adultos mayores indocumentados mayores de 55 años. Un compromiso que el gobernador hizo en el presupuesto pasado, pero que se retrasó para 2027”.
Dijo que estamos ante la oportunidad de resaltar que no hay jubilación, red de apoyo y respaldo financiero disponible para los inmigrantes que son adultos mayores.
“Ese va a ser nuestro trabajo para los próximos años porque es gente que paga impuestos, pero que no tienen acceso a la seguridad social porque son indocumentados”.
Y dijo que si alguno de ellos pudiera ajustar su estatus migratorio, debido a que se desempeñó en empleos de bajos ingresos, los beneficios que pudieran obtener no los van a poder sostener financieramente.
Laura Som del Centro de Sanación para Sobrevivientes de Trauma, Racismo Sistémico, opresión e inequidad MAYE de Long Beach, dijo que vino a Los Ángeles cuando tenía 10 años entre miles de otros camboyanos chinos que escapaban del genocidio.
“Actualmente Long Beach tiene la población camboyana más grande de la nación. Muchos de estos refugiados experimentaron violencia extrema y trauma durante el genocidio. Muchos, incluida yo misma, tuvimos y tenemos estrés postraumático”.
Añadió que su comunidad ha batallado con la salud mental por muchas décadas en Estados Unidos.
“Crecí viendo el deterioro de la salud mental de los adultos mayores y de la comunidad, como secuela de las guerras, la violencia extrema y el abandono. Algunos de los síntomas de estos traumas son el odio, la violencia, la furia y la depresión”.
Señaló que poco se ha hecho para proteger a los niños de eso, y ella pensó que estudiando duro, podría sanarse a sí misma y traer recursos de sanación a su comunidad porque no podía darse el lujo de esperar.
“Hoy soy la directora del Centro de Sanación para Sobrevivientes de Trauma, Racismo Sistémico, opresión e inequidad MAYE de Long Beach que provee recursos de salud mental y bienestar para los inmigrantes y refugiados”.
Señaló que la mayoría de sus miembros son del mismo grupo de edad de las víctimas y los perpetradores de los tiroteos de Monterey Park y Half Moon Bay.
“Sería fácil para nosotros culpar a los perpetradores, pero poca sanación saldrá de eso. Necesitamos más terapistas para los adultos que puedan hablar su idioma. Tenemos muy pocos que hablan camboyano. Así que necesitamos intérpretes, y servicios culturalmente sensibles para las comunidades de color”.
Enfatizó que faltan cobertura de salud, regulaciones para las armas, salud mental y bienestar integrados en parques.
“Comiencen por identificar las necesidades más urgentes en su comunidad. Y luego encuentre a todas las personas a su alrededor que podrían estar dispuestas a trabajar en estos temas; y aprendan cómo funciona la estructura de poder y edúquense”.
Y pidió exigir a los líderes locales, concejales y alcaldes, representantes y líderes nacionales que inviertan en las comunidades de color y proporcionen recursos para servicios integrados de salud mental que sean lingüística y culturalmente apropiados.
El doctor Brett Sevilla, director médico de la organización sin fines de lucro Asian Pacific Counseling and Treatment Centers de Los Ángeles, dijo que es muy probable que el impacto completo de la tragedia de Monterey Park y Half Moon Bay, no los veamos por algún tiempo.
“Muchos de los adultos mayores que vemos de Vietnam, Cambodia y Laos están aún lidiando con el estrés postraumático de las guerras y revoluciones que los forzaron hace 40 o 50 años a escapar como refugiados”.
Pero dijo que aún los adultos mayores que no han sido expuestos al trauma, experimentan múltiples situaciones estresantes que ponen en riesgo su salud mental. “Los ancianos monolingües normalmente dependen de su familia para la transportación, la interpretación y la asistencia; y cuando las generaciones más jóvenes se mudan por trabajo o educación, pueden sentirse abandonados y llegar a aislarse”.
Tras la tragedia, lo que le da esperanza es que la gente ha comenzado a hablar con otros sobre su salud mental y han comenzado a recibir tratamiento a través de su agencia.
“Para mi esto es una señal de que estamos creando conciencia, haciendo progreso, disminuyendo el estigma”.
Linda Yoon, una de las fundadoras del centro de terapia asiático americana Yellow Chair Collective, dijo que después de la balacera de Monterey Park, han proporcionado servicios probono a los directamente impactados, y ha sido muy desafiante.
A través de su trabajo con adultos mayores, 90% asiáticos que hablan diferentes idiomas, descubrió mucho trauma escondido, aislamiento y soledad debido a factores como el idioma, la cultura, la migración, lo legal y los conflictos intergeneracionales.
“Cuando los proveedores nos reunimos, la queja que surge es que faltan muchos recursos para los adultos mayores, y me he quedado en conmoción cuando veo todos los apoyos para los niños y las familias comparados con los que se destinan para los ancianos”.
Pero también dijo que es preocupante que no hay conciencia entre los jóvenes graduados de trabajo social de trabajar para esa población y que se resistan a pesar de la gran necesidad que hay de servir a los adultos mayores.