MEXICO.- Durante la más reciente Cumbre de líderes de América del Norte, los presidentes de Canadá, Estados Unidos y México se abrazaron, echaron porras, comieron y bebieron con gusto pero, sobre todo, hicieron promesas para “una migración ordenada y segura”.
Justin Tradeau, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador prometieron más visas, más orden, refugios y asilos; menos xenobia e inseguridad.
¿Cómo? Según un comunicado conjunto, ayudarán a emigrar por las vías legales, mejorarán el Programa de Trabajadores Agrícolas de Temporada, con una iniciativa binacional para mejorar los derechos laborales, así como la lucha contra la xenofobia mediante la promoción de narrativas públicas equilibradas.
En el comunicado conjunto que se precipitó a emitir la Casa Blanca, también se dijo que se crearía un centro de procesamiento de solicitudes de asilo en la frontera sur de México, pero AMLO negó este punto.
¿Qué tantas posibilidades tienen esos pactos para convertirse en realidad?
Los analistas coinciden en que una parte de esas promesas es retórica y otra depende de las capacidades, limitaciones y voluntades políticas, económicas, legales y sociales de cada país.
“Como la realidad es muy grave, lo que hicieron fue pretender que hay soluciones en el tema migratorio”, observó Agustín Barrio Gómez, analista de la relación binacional y miembro del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales.
“Las soluciones reales para frenar la migración son un crecimiento económico del 5%, ni siquiera del 10%, y que no hubiera problemas de inseguridad, pero no hay seguridad y no se quieren hacer las reformas necesarias para un crecimiento del 5%… ¡ni siquiera quisieron tocar la problemática energética derivada del libre comercio!”, agregó.
Del dicho al hecho…
En las reuniones que se llevaron a cabo entre el lunes y miércoles pasados, los presidentes volvían una y otra vez al tema migratorio y los flujos sin presidentes que atraviesa el continente.
“Es el momento de terminar con ese olvido, ese abandono, ese desdén hacia América Latina y el Caribe”, dijo AMLO a Biden quien respondió que EEUU ha dado millones de ayuda en los últimos 15 años.
“Los tres somos buenos socios”, agregó al día siguiente el estadounidense. “Usted es el primer presidente de EEUU que no ha construido ni un solo metro de muro y se lo agradezco”, reviró López Obrador.
Los mensajes fueron un ir y venir también por parte de otros actores como Francisco Garduño, comisionado del Instituto Nacional de Migración. “No deben confundir la solicitud de asilo en México como un salvoconducto para transitar libres hacia Estados Unidos”.
Kristina Rosales, portavoz del Departamento de Estado de EEUU abonó al debate con la declaración que su país apostaba a integrar a Canadá en un mecanismo que permita desahogar los crecientes flujos de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos a través de México.
Canadá dijo que sí, pero a los ojos de observadores del tema, cualquier cantidad de refugiados quedaría corta porque son miles y miles de solicitudes mientras las deportaciones sumaron en el último año fiscal 2.3 millones de personas.
Para José María Ramos, analista del Colegio de la Frontera Norte, si bien Canadá sostiene sus políticas de asilo no se comprometió a aumentar las cifras y, aunque lo hiciera, siempre sería insuficiente.
“Las aglomeraciones seguirán en las fronteras de México, pero éstas no colapsaran porque los migrantes no se quedan, reintentan una y otra vez. Por eso, la gente se pregunta dónde están los 2.3 millones que deportaron y no están en El Paso o en Tijuana: quienes se quedan ahí representan poco menos del 5%”.
El investigador recuerda que el tema migratorio ha sido una historia recurrente en las relaciones diplomáticas de los últimos dos siglos, porque a Estados Unidos le ha convenido mirar para uno u otro lado, bloquear o dejar el paso flexible, según sus necesidades de mano de obra.
Todo ello ha fomentado el incremento de traficantes de indocumentados e incluso ha sido una actividad en la cual el crimen organizado encontró una oportunidad de negocio millonario.
“Tal como están las cosas México no tiene la capacidad de frenar a los centroamericanos porque no tiene una política sino que apuesta a disuadir a los migrantes para que no vengan a México porque aquí es un infierno en la inseguridad y la pasarán tan mal que no vale la pena arriesgarse”, destacó Barrio Gómez.
¿Qué faltó?
López Obrador deslizó un reclamo para pedir la regularización de los mexicanos que durante años han servido como trabajadores indocumentados a las necesidades estadounidenses. Pidió a Biden en la Cumbre que presione al Congreso de su país, aunque sabe que los republicanos se han opuesto una y otra vez a cualquier forma que lleve a la legalización.
El diputado migrante de la CDMX, Raúl Torres, el único legislador electo por el éxodo, consideró que para México la Cumbre de Líderes para América del Norte fue un fiasco porque “no logró nada para el país en el tema y sólo aceptó recibir 30,000 centroamericanos, haitianos y venezolanos mensualmente, lo que representa 360,000 al año.
“¿Qué se hubiera hecho distinto?”, cuestionó Torres. “Entender el bono demográfico que hay en el país, somos más jóvenes y tenemos que hablar de movilidad estudiantil sin importar la clase social, ¡hubiéramos obtenido más visas para que se fueran a estudiar y ellos vinieran a México o por qué no hablar de las visas para inversionistas en el marco del libre comercio”.
Por otro lado, para el tema de trabajo con visado temporal, defensores de derechos humanos han criticado la falta de vigilancia a las leyes y acuerdos para la migración laboral legal que ha derivado en abusos por parte de empresarios en EEUU y contratistas en México así como algunas fallas en el acuerdo con Canadá.
“Bastaría con que EEUU vigile que las empresas cumplan con las leyes”, destacó el Centro para los Derechos de los Migrantes.
Para Agustín Barrio Gómez, la parte positiva es el reconocimiento de México como un actor prioritario para la integración de la producción que podría derivar en acuerdos positivos de empleo en los tres países.
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